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"He escrito mi biografía.

Va de una chica que perdió su reputación

y nunca la echó de menos"

Mae West

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Hola. Soy Cárol.

 Imparto, desde mi propia experiencia,  talleres y mentorías para personas que conviven con Síndrome de Sensibilidad Central, fibromialgia, fatiga crónica,
estrés crónico…  el trabajo está en lo cotidiano.

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Me encanta esta frase de Mae West. Para mi perder la reputación, la idea que tenía de mi misma y mi entorno, fue el principio de quien soy ahora.

 

Se nos olvida que la enfermedad nos guía en busca de integridad y coherencia.

El cuerpo nos invita, constantemente, a cultivar la interocepción y realizar cambios para nuestro bienestar. En este mismo instante lo está haciendo.

 

No, no voy a decir eso de que tener fibromialgia es mejor que me ha pasado en la vida, para mi lo mejor fue comprender que me estaba pasando y realizar los cambios necesarios para salir de aquello...

 

Hace 13 años que le dije adiós al dolor.

Si estás leyendo esto muy probablemente compartamos parte de nuestra biografía. 

Los síntomas empezaron siendo yo tan niña que no tuve como referente una vida mejor, sin fatiga ni dolor, lo cual es un hándicap de peso que la inmensa mayoría de vosotros/as no tenéis y eso, saber hacia donde te diriges,  es un gran punto de partida. 

 

 

No había un diagnóstico claro, pero las palabras de los médicos eran rotundas, me decían que desconocían la raíz del problema pero que no tenía cura y que iría a peor. Siempre me pareció que había incoherencia en sus palabras y que, en realidad, lo que “querían” decir era que ellos no podían curarme. Punto.

Así es que, siendo bien niña me puse manos a la obra, a ver que podía hacer yo.

fibromialgia

La enfermedad avivó mi instinto de supervivencia, mi creatividad y me hizo pasar a la acción.

 

Padecía  un insomnio excepcional por su gravedad.  Los médicos me mandaban pastillas pero decidí no tomarlas. Por fortuna mi madre, mi gran compañera en todo aquello, tenía tal confianza en mi que jamás se opuso a mis decisiones aún siendo yo una niña. Ella tenía un mantra “el no ya lo tienes” me decía… eso me colocaba en una posición en la que solo podía ganar. Me ponía en movimiento. En busca del "sí". 

 

Esto me recuerda al koam: “¿Cómo sale un monje dentro de un bloque de cemento?

 

 

Sabía que, en mi caso, medicarme solo empeoraría la situación pues cada vez necesitaría una dosis mayor, además los químicos no me sentaban nada bien y los efectos secundarios a veces eran peor que el supuesto remedio temporal.

 

 Yo no sabía dormir, no era capaz de relajarme (a pesar de quedarme tirada en la cama de agotamiento) ; lo que necesitaba era que alguien me enseñara a hacerlo, y eso era lo que les pedía a lo médicos, pero ese alguien nunca llegó, sencillamente no existía,  así es que, ya de adulta, yo misma me convertí en esa profesional.

 

 

Con 12 años empecé a indagar en la meditación de la mano del budismo. Era una niña muy espiritual y me reconfortaba encontrarme con personas que cuidaran su crecimiento personal/emocional, tuve la oportunidad de frecuentar ambientes que me nutrían de información sobre el equilibrio cuerpo-mente-emoción, podía tirar de ciertos hilos (de los que hoy sigo tirando).

 

Esa faceta introspectiva estaba, está, muy ligada a mi amor por el arte. Era, soy y seré artista (aquí podéis ver mi obra). El arte, el verdadero arte, sana. Siempre.  

 

“El arte que no sana no es arte”

Jodorowsky

Comencé a practicar hatha yoga (hace ya casi  30 años) buscando paliar los síntomas físicos. Hacía lo que ahora llamo “tomarte una pastilla de yoga”, es decir, practicar para estar mejor y el resto del tiempo seguir haciendo lo que solía hacer.

 

Practicaba todos los días sin saltarme ni uno solo.

Pero ponerme bien no iba de eso. En absoluto.

​Me zambullí en  todo tipo de disciplinas cuerpo-mente de oriente y occidente (antigimnasia, jin shit jiutsu, bioenergética, PNL, Alexander,  somática, focusin, yoga,  EMDR, etc). Devoraba todo lo relacionado con el cuerpo y su salud, es decir: la química, la mente, la emoción, la energía, la palabra, las relaciones personales, el movimiento, el entorno, el trauma, la somática, los hábitos … todo.

 

Recuerdo estudiar entre 6 y 7 libros al mes, apuntarme a todo tipo de cursos y talleres y, ante todo, poner en el centro de mi vida mi salud hasta comprender la lógica de mi cuerpo y, entonces el camino terminó de allanarse. El conocimiento es poder. 

Destilé todo aquello y me quedé solo con lo necesario de cada lógica, cada técnica, cada maestro y cada vivencia y ante todo ello me preguntaba;   ¿cómo llevo esto a lo cotidiano? ¿cómo lo pongo en práctica?...

y pasaba a la acción.

"Nada cambia hasta que se mueve" 

Einstein

Los frutos de algunas de las prácticas fueron inmediatos, otros tardaron un poco más, pero todos dieron un resultado estable:

Hace más de 13 años que se acabó el dolor.

Sin buscarlo, pues yo no me formé con la idea de ser profesora, empezaban a llegar los alumnos; centros de fisioterapia, depresión, dependencia a sustancias, esclerosis múltiple, dolor crónico, fatiga crónica...

Dicen que cuando el alumno está preparado aparece el “maestro”,

al revés también funciona. 

​​

Mi historia habría sido mucho más dulce de haber sabido todo lo que sé hoy, de haber encontrado  a alguien que hubiera recorrido ya el camino y hubiera salido de él. Pero esto rara vez suele pasar.

Por eso estoy aquí.

Trabajo desde lo cotidiano y no desde el parche.

Desde la comprensión, la de tu propio cuerpo.

Desde la dulzura y no desde el esfuerzo. 

Desde el placer  y los sentidos. 

Desde el hábito.

Desde dentro hacia fuera...

desde fuera hacia dentro.

Desde la compañía  y no el ejemplo.

Caminamos juntas/os, si quieres.

Por cierto: Un monje sale de dentro de un bloque de cemento...

Pintando Caballetes
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Velas

Agradecimientos


Carlos Fiel, que apareció en forma de abrazo cuando andaba yo perdiendo las esperanzas, por su sabiduria y , ante todo, su generosidad... y por despertarnos a las siete de la mañana tocando la flauta. 

Juan Carlos Márquez, por sus juegos, su locucordura, su alma y su amistad.  

Carmela Varelo (Sadhana Valencia) por infinita generosidad y paciencia. 

Ricardo (Sadhana Sevilla y Ridaya Yoga), personas así son un lujo de camino. 

Victor Morera Siscar (Pranamanas Yoga- Yoga terapeutico) por siempre saber más cuando parece que no se puede saber más. 


Raúl Torres "Skanda"(Om Yoga) y  Swami Krishnananda (Yoga Retiro) que aparecieron como flores en un desierto.


Jorge de "Callate y haz yoga" que me inspiró en el último momento que resulto ser el primero.


Gracias Jesús, amigo.

 

Gracias a mis alumnos/as que son en realidad mis maestros aunque no lo sepan.  

Gracias mamá, papá... ¡El mundo necesita más padres que animen a sus hijos a seguir creando!

"En este mundo hay muchas lógicas y todas ellas son válidas" 

Carlos Fiel 

" ¿Qué tienen en común un hippy.  un monje budista y un profe de yoga? "

Juan Carlos Márquez

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