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  • Foto del escritorCarol Motta

DESCALZOS EN EL PARQUE.


Este verano trasladamos las clases al parque.


La practica de yoga al aire libre ofrece un sinfín de sensaciones (por lo tanto herramientas) para poder trabajar sobre ellas durante nuestra práctica de hatha yoga y meditación.


Muchas veces se tiene la idea de que las clases de yoga han de ser un colmado de silencio y si, puede que el silencio sea el Rey del yoga pero hablamos de un silencio interno que nos permite estar/ser en lo que toca. Lo externo, el ruido de otras personas, de coches, de pájaros... el perro que se acerca a cotillear, los insectos que se atreven a atravesar tu esterilla... todo impacta en nosotros en mayor o menos medida, nos permite vivir la experiencia de la clase como un ensayo para la vida. Si aprendemos a desmontar una molestia chiquita nos abrimos a desmontar una grande.

Escuchar lo que me molesta, los impulsos automáticos ante un algo que no "debería" estar ahí es una fuente de paz.


Lo mismo ocurre con lo que me gusta; ¿a dónde me escapo cuando me enamoro del trino de los pájaros? ¿qué pasa cuando me pillo mirando la luna? ¿me fui a la luna o me quedé "en casa"?


Además la naturaleza actúa como un arrope. Como una madre que acuna.

Hay algo en la naturaleza que hace fácil, sencillo el meditar. Una especie de imán que te deja anclada/o en el zafu, como si toda la naturaleza apuntara hacia ti y tú respondieras dejándote abrazar.


Lo verde sostiene, da la bienvenida.


Y eso es lo que hacemos los miércoles por la tarde, descalzos en el parque.

Si te sumas a la propuesta o necesitas más información solo tienes que ponerte en contacto conmigo.

Te estamos esperando.




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