Mi padre.
- Carol Motta
- 13 may 2017
- 1 Min. de lectura
El otro día me colé en la clase de pintura de mi padre para darle una sorpresa.
Le encontré así, pintando un óleo de uno de mis acrílicos.
Copiar el cuadro de un artista es una de las formas más bonitas que hay de acariciarle.
Son horas y horas de complicidad, de vivir lo que la otra persona vivió en cada pincelada. Es un entendimiento y un homenaje.
Sé lo que siente mi padre cuando ve mi obra porque es lo mismo que sentía yo cuando de niña le veía pintar al otro lado del cristal.
Me encantaba ese silencio que se percibía, ese espacio solo para él, tan íntimo, tan lento. Había mucha fuerza en esa reivindicación de lo suyo y mucho amor propio.
Y hoy sigue pintando y sigue siendo.
Sé que mi padre cuando pinta sana y sana a toda la familia en él.
Y sé que cuando yo pinto también él pinta y también él es.
Me enseñó a pintar con óleo cuando a la vez que a sumar y restar y me hizo así, sin saberlo, el mejor regalo que me podía hacer.
Gracias papá.

Comments